Epílogo
—¡No me jodan! — Grito Jimin dándole un golpe a la tierra con su pie desnudo — tienen diez segundos para decirme dónde diablos esta Namjoon.
Los cuatro hombres miraban con ojos abiertos a la lindo chico de metro setenta, ojos color miel como el cielo despejado, y cabello castaño hasta los hombros, de no ser por el vientre redondito de nueve meses, cualquiera abría apostado que era uno chico súper tierno y que no rompía ningún plato. La mayoría de los machos en la manada pensaban eso hasta que lo veían cabreado.
—No sabemos donde esta— se atrevió a responder Estefan. Era un hombre de metro ochenta y cinco de alto con musculatura de boxeador peso completo, al igual que los otros tres guerreros de la manada que temblaban bajo la mirada del gatito.
—El dijo que vendría a la tienda de la aldea a traerme unas fresas y no regreso— el pucherito le arranco un suspiro involuntario a los terribles guerreros— yo de verdad quería probar unas cuantas.
—Nosotros lo buscaremos—, se ofreció Pitter, aún a pesar de que acababan de llegar de su vigilancia nocturna—. Regrese a la cabaña.
La sonrisa del gatito ilumino la mañana de los feroces guerreros. En la manada todos preferían buscar al joven felino para hablar de cosas que harían que el Alfa pateara sus culos. Cuando Jimin era quién daba las noticias, tanto Namjoon como Kim se tomaban las cosas con bastante más calma.
Jimin suspiro, tal vez lo mejor sería dejar el trabajo de búsqueda para los lobos, él ahora se sentía demasiado pesado para andar rastreando a su pareja fugitiva. Pateando las hojas secas que tapizaban el camino de grava, comenzó a caminar rumbo la acogedora cabaña que compartía con Namjoon.
La brisa fresca del otoño mecía las ramas de los grandes árboles que flanqueaban el camino, dejando caer sobre Jimin las hojas, como si se tratara de nieve dorada. Respirando profundo lleno sus pulmones comprimidos con el aire puro de la mañana. Por lo visto sus cachorros también se sentían con ánimos para jugar, ya que comenzaron a patear desde dentro a su padre sin ninguna contemplación.
—Calma, niños— trato hacer entrar en razón a las crías no nacidas— dejen de patear a papi. Necesitamos regresar a la cabaña, tal vez papá ya está allí con las deliciosas fresas.
Desde el día anterior no quería más que comer frutas y beber agua. La comida le caía pesada o definitivamente no le apetecía. Al sentir que las crías dejaban de jugar a la pelota con sus riñones, continuo con su caminata matutina.
Tardando tres veces el tiempo normal que le llevaría en llegar a la cabaña, alcanzo su meta. Sentándose con cuidado en la banca que tenían en el porche, suspiro cansado. A veces todo era demasiado para él. Apenas si había llegado a la mayoría de edad y ya estaba emparejado y con crías en camino, porque su lobo fanfarrón no podía hacer nada mas que preñarlo con gemelos.
Secándose unas gotas que se le resbalaron por las mejillas, se dio cuenta de que estaba llorando. Bien era cierto que era feliz, muy feliz al lado de su pareja, pero la herida en su corazón sangraba de vez en cuando. Ya habían pasado ocho meses desde que su padre lo sometiera a la prueba ante el Consejo para saber si estaba esperando bebé, todavía le daba escalofrío recordar como palparon su vientre, como estrujaron a sus cachorros sólo para comprobar algo que él había gritado que era verdad. En las noches a veces despertaba llorando como un cachorro, de no ser por los mimos de Namjoon, estaba seguro no podría volver a conciliar el sueño nunca más.
El bosque era hermoso, desde el porche tenía una gran vista del lago rodeado por frondosos árboles, ahora pintados de dorado, como si un artista invisible se hubiera tomado el tiempo para alegrarle la vista a los mortales. La brisa fresca levantaba la hojarasca que cubría el patio frente a la cabaña, llenando con sonidos musicales el ambiente. Cuando Jimin estaba afuera, se sentía solo, aunque esa sensación duraba poco, ya que siempre algún miembro de la manada llegaba con la escusa de “pasaba por aquí”, o la que más le gustaba a Jimin: “traje algo para que meriendes”.
Los cachorros en su vientre dejaron de moverse, al parecer se quedaron dormiditos, Jimin estaba seguro que esos pequeños revoltosos pondrían la manada de cabeza apenas nacer, empezando por su pobre abuelo que ya se soñaba malcriando a sus nietos.
Jimin bostezo, la banca cubierta de cojines era muy cómoda, recostando la cabeza se acomodo para descansar un ratito. Las imágenes regresaron, resbalando lentamente hasta invadir el sueño tranquilo del gatito. Otra vez estaba acostado sobre la camilla médica, las manos duras del médico estrujando su vientre, el miedo insano impidiéndole respirar.
—Amor—, una voz susurró en su oreja— despierta… ¡Es solo un sueño!—El felino abrió los ojos, sus hermosos iris color miel anegados en agua, sentándose de golpe se abrazo al cuerpo tibio que lo envolvía—¡Estoy aquí contigo! — Las palabras consoladoras acompañadas con el contante golpeteo del corazón de Namjoon, hicieron que poco a poco la respiración de Jimin regresara a la normalidad.
—Estoy bien— sonrió sin mucho éxito el gatito—, yo siempre estoy bien. Soy un gatito feroz… ya sabes…
—Lo sé corazón, eres una fiera—estuvo deacuerpo Namjoon—. ¿Te había dicho cuanto amo a mi gatito?
Esta vez la sonrisa de Jimin fue genuina— lo dices solo para meterte en mis pantalones, eres un perro caliente, eso es lo que eres. Ya me tienes pareciendo una pelota y no te conformas.
—La verdad es que no— mordió la oreja del felino, sólo para recalcar—eres demasiado rico para ser comida de una sola vez.
Ya más repuesto de la pesadilla, Jimin se puso de pie, no logrando salvar su trasero, el que sufrió por un cruel pellizco de parte de su golosa pareja—¡Hey! —Gritó golpeando la atrevida mano— deja de maltratar la mercancía.
—No maltrato la mercancía—, se encogió de hombros, pareciendo todo un decente esposo allí sentadito en el corredor de su casa— yo solo compruebo que ese culo sigue igual de bueno que la última vez que lo use.
Jimin podía ser el orgulloso padre gestante de gemelos, pero eso no lo hacía un descarado, prueba de ello era el color rojo que teñían sus mejillas. Al no lograr articular palabra le dio un golpe certero en la frente con el almohadón más cercano —.¡Estúpido!...¡Descarado! — hablo entre dientes— alguien pudo escucharte.
Namjoon amaba a ese gatito contradictorio, tímido como un bebé mimado pero atrevido y sexy si se calentaba lo suficiente, cosa que no era muy difícil de llevar hasta ese punto.
—Deja que todos me envidien—, se puso de pie el lobo, sus ojos dorados parecían dos ascuas— tengo la pareja más sexy de toda la manada.
El gatito conocía esa mirada, fue precisamente la que lo tenía de nueve meses. Cuando estaba a medio periodo de gestación, pensó que el lobo le dejaría de meter mano cuando pareciera una gran calabaza, que equivocado estuvo, ese lobo calentón se lo follaba a la primera oportunidad que tenía. La escusa era que tenía que renovar su marca de olor.
—¿Se puede saber para dónde vas? —El tono dulce no engaño a Jimin, ni siquiera un poco.
—Lejos—, respondió dando otro paso a tras— todo lo lejos que pueda—. Al ver que el lobo seguía caminando hacia él, dio la vuelta y entro a la cabaña. Una mala idea, viéndolo en perspectiva. A los lobos les encantaba la cacería, correr solo lo ponía más caliente, y si la pareja estaba preñada o no, eso no les importaba una mierda.
Cuando el lobo entro a la cabaña, ya tenía los pantalones en el suelo y la camiseta en la mano. Jimin odiaba a las malditas hormonas, por más que lo negara, siempre estaba caliente. El ver a su enorme pareja desnudo cerrando la puerta, ya totalmente dispuesto, no ayudo para nada—¿Qué estás haciendo? — Balbuceo mirando el pene erecto de su pareja— Estoy por parir y tú me sales con eso…—Tratando de ganar tiempo recordó el asunto de las fresas— ¿Dónde diablos te metiste?... Se supone que estabas comprando mis fresas…
Namjoon simplemente sonrió—primero me das tu cereza y después yo te doy tus fresas.
—Eres un… un…— trato de replicar Jimin, lástima que unos labios hambrientos tomaran posesión de los suyos. Namjoon amaba a su gatito, amaba verlo redondito, ya que eso le gritaba a todos que ese chico sexy era tan suyo que llevaba a sus hijos dentro. Quizás era algo ruin pensar así, pero a Namjoon con toda su naturaleza de alfa no era precisamente el chico más sensible del mundo.
—¡Voy a joderte, gatito!— aclaro el lobo mientras lamia el cuello de su presa— Voy a hacerte recordar cómo fue que te metí esos cachorros dentro.
A Jimin le hubiera gustado golpear al pulgoso por ser un corriente y vulgar, pero por desgracia su parte más salvaje le dijo que las palabras de Namjoon solo lo excitaban hasta hacerlo suplicar—¡Sí, soy tuyo! —Gimió al sentir como la tela de su camisa bajaba por sus brazos, para caer suavemente al piso— ¡Maldito perro, jódeme y deja de estar haciendo promesas!
Namjoon sonrió sabiendo que ya su gatito estaba en su punto, levantándolo en brazos lo llevo hasta el dormitorio, si el gatito quería sus fresas, el primero le daría de su fresa—¡Te amo! — Declaro poniendo a su pequeña pareja sobre la cama.
—De verdad que eres un descarado—, le dedico un guiño el felino—suerte para ti que tengo ganas.
— Tú siempre tienes ganas—, le dio un beso ligero en la punta de la nariz respingona—sólo recuerda que yo soy el único autorizado para quitártelas.
De un jalón Namjoon le quito los pantalones a su pequeña pareja, dándose el gusto se quedó allí, de pie, observando el pecho lampiño, el vientre redondito, las piernas largas y torneadas, el sexo que ya estaba en alerta y pidiendo atenciones. Un gruñido lobuno salió de lo profundo del pecho de Namjoon, su parte salvaje observando a través de los ojos dorados. Hombre y lobo, tomando posesión de su pareja, una pareja preñada de sus cachorros.
Un aullido rompió la paz de la mañana, el lobo alfa avisaba a todos que el que se atreviera a interrumpirlo en ese preciso momento, era oficialmente, un muerto.
El gatito en Jimin comenzó a ronronear, acostándose de lado se coloco en posición de recibir. Namjoon se tomo su tiempo besando y torturando la espalda esbelta de su amor, mordiendo el culo redondito, acariciando el vientre donde vivían sus hijos. En lo que estuvo seguro que Jimin ya estaba en el punto de crema, justo donde lo quería.
—Te necesito— hablo entre ruiditos Jimin. Namjoon no pudo menos que ceder ante los ojos miel que lo miraban deseosos. Cuando ya estuvo metido a medio camino dentro del felino, decidió que era el momento para darle la noticia a su rencorosa pareja— Tú padre vendrá a visitarnos hoy en la noche.
Al ver que el felino se enderezaba, Namjoon se termino de meter hasta las bolas, tocando el punto exacto donde Jimin perdía todo el decoro. Por experiencia sabía que si hacía bien su trabajo de entrar y salir, posiblemente el gatito cediera con cierta facilidad.
Las palabras del lobo se perdieron en alguna parte del celebro de Jimin, dos puestos a bajo de la hora de la cena y tres arriba del recuerdo de su sabor favorito de helado. A quien se le ocurría dar esas noticias justo cuando estaba a unos cuantos golpes de llegar al más esquicito orgasmo. La sonrisa de hijo de puta que tenía el lobo le dijo a Jimin que el muy maldito lo había hecho a propósito, sin más que hacer, se dejo llevar por el placer, fundiéndose una vez más al alma de su amor.
Las brumas del sexo se disiparon despacio. Jimin se encontró a sí mismo siendo abrazado por Namjoon que se había acomodado a su espalda, en cucharilla. Tratando de fingir que dormía, cerró los ojos, sabía del rumbo que tomaría la conversación, si permitía que esta siguiera su curso.
—Se que estas despierto—, insistió el lobo, dándole suaves besos en la tierna piel de la nuca— tu padre se ha humillado lo suficiente. Deberías aceptar hablar con él.
Namjoon espero hasta que el ligero temblor de los hombros de Jimin fue demasiado—. Amor, eso te hará bien— intento una vez más—. Tú felino esta herido, y esa herida no sanará hasta que te enfrentes a lo que te perturba.
—Él solo busca separarnos— gimió Jimin, escondiendo la cara contra la almohada trato de ahogar sus sollozos—. No quiero verlo, nunca más lo quiero tener enfrente de mí.
—¿Y tu mamá? — Comenzó a acariciar en suaves círculos la espalda desnuda de su amor— Me has hablado tanto de tu hermana… No puedes decirme que no deseas verlas… Además, tu hermanito pronto será entregado a su prometido…
Por lo visto Namjoon había atinado, su protectora pareja jamás dejaría que su hermanito fuera entregado sin él estar seguro de que todo estaba bien —. Dile que lo veré hoy—, levanto la cara, limpiándose las lágrimas— pero tú y el alfa tendrán que estar conmigo.
—Como tú digas, amor— sonrió dándole un ligero beso a su valiente pareja.
Fin...
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